Cuando se piensa en el futuro de la medicina suelen venir a la mente
pastillas mágicas que detienen el envejecimiento, ingeniería genética sobre
enfermedades antes incurables o cirugías con robótica avanzada. Pero dejando de
lado la ciencia ficción y relacionando la medicina con el acontecer social y
político que estamos viviendo, el futuro podría verse mucho más sombrío: en
estas breves palabras explicaremos por qué.
Según la
concepción que la biomedicina tiene sobre la salud (como la ausencia completa
de enfermedad) podemos definirla como un valor inalcanzable y anhelado por
todos, siendo la misión de la medicina la lucha constante en contra de la
enfermedad. Algo que resulta por lo menos paradójico, ya que ésta es una
constante normal de la vida del ser humano.
Frente a
esto, la biomedicina se encarga de prevenir, tratar y en lo ideal eliminar
aquellas situaciones que representen un riesgo para la salud. Es en esto que la
influencia de la Industria Farmacéutica es trascendental para configurar el
futuro de la práctica médica, ya que gran parte del arsenal terapéutico que
posee un médico son los fármacos.
La salud es
otro de los derechos que las políticas neoliberales (con el apoyo de las élites
políticas y empresariales mundiales) han considerado como un negocio, logrando
que la producción de fármacos sea una de las industrias más lucrativas, junto
con la industria financiera (1). Y si en un principio la investigación de esta
industria logró desarrollar fármacos que explican en parte los progresos de la
biomedicina, sobretodo los antibióticos, gran parte del nicho de negocio
actualmente está enfocado en la prevención de las enfermedades, influyendo
sobre hábitos que representen un riesgo para la salud. Incluso sobre aquellos
que no representen un riesgo real pero que si son muy rentables.
La
medicalización es el proceso mediante el cual aspectos normales de la vida
cotidiana se transforman en enfermedad, siendo necesario tratarlos con
medicamentos y otros tratamientos que en realidad no otorgan un beneficio al
paciente, o mejor dicho consumidor.
Y el
Disease Mongering (o promoción de enfermedades) es una táctica que ha ocupado
la industria farmacéutica para utilizar fármacos para tratar estos problemas
(ojo, NO enfermedades) “descubriendo” nuevos usos de aquellos fármacos
antiguos que al cumplir 10 años pierden la patente y se transforman en dominio
público, por los que las ganancias disminuyen considerablemente, o “adornando”
los fármacos con mejores presentaciones, mejor sabor o mayor duración del
efecto, que en realidad no tiene beneficios objetivos.
Ejemplos
hay muchos: un grupo de psiquiatras australianos consideró la timidez como una
enfermedad psiquiátrica, recomendando el uso de antidepresivos, derivados de la
fluoxetina (2); Existen fármacos con efectos secundarios graves como la esterilidad
para tratar la calvicie; Todo el desarrollo fisiológico de la mujer, como la
menarquía, la menstruación, el embarazo, el parto y la menopausia son alterados
con procedimientos que no representan beneficio rea (por ejemplo el controvertido
uso de terapia de remplazo hormonal en mujeres menopáusicas que se relacionaban
con cáncer de mama); La exagerada reacción de las autoridades mundiales frente
a la pandemia de la gripe AH1N1 y la compra de Tamiflú por millones de dosis (3), considerando sus dudosos
beneficios reales en la progresión de la enfermedad; Considerar al desorden en
la sala de clases como Transtorno de Déficit Atencional.
Podríamos
seguir enumerando situaciones similares, y lo más probable es que cómo futuros
médicos se enfrenten al desafío de diferenciar lo patológico de lo normal
frente a la influencia de la Industria Farmacéutica. Posiblemente esta
tendencia se incremente en el futuro, que de seguro resultará menos sombrío con
la crítica, la acción y la participación en contra de situaciones que
claramente, no esperaban al momento de embarcarse en los rumbos de la Medicina.
(por GdM, en Rev Ukémbele 1, 2014)
—
(1) El Gran Secreto de la
Industria Farmacéutica, Philippe Pignarre, pág 19.
(2) Medicalización y Sociedad.
Lecturas críticas sobre un fenómeno en expansión, Adrian Cannellotto y Erwin
Luchtenberg, página 24.
(3) Neuraminidase inhibitors for
preventing and treating influenza in healthy adults and children, Cochrane
Collaborations.
